Las cámaras de visión nocturna entran en el grupo de los sofisticados aparatos que el ser humano se ve obligado a utilizar para ver en condiciones de poca luz. Y es que, al contrario de lo que sucede con otras especies, no está facultado para hacerlo de forma natural.
El funcionamiento de las cámaras de visión nocturna dependerá del tipo del que hablemos. En general, su cometido es amplificar la señal que perciben a través de ondas no visibles para el ojo humano.
La temperatura de los cuerpos que la cámara es capaz de detectar emite radiación infrarroja que el ojo humano no ve. Por lo general, a mayor temperatura, más radiación infrarroja. Las cámaras consiguen “traducir” esa temperatura a través de un juego de colores, por ejemplo, una gama de negros y azules para las temperaturas más frías y de rosas y rojos para los más cálidos.
Las cámaras térmicas suelen ser utilizadas con fines militares y policiales para la detección de objetivo cuando hay poca luz, pero tienen una otras muchas aplicaciones útiles para la inspección de suelos y muros, la medición de temperatura corporal o la observación de animales en su entorno natural por la noche.
Dependiendo de la radiación infrarroja que sea capaz de captar, se pueden citar, por ejemplos, las cámaras TIR, con sensores muy precisos y caros.
Amplifican la luz visible, cercana ya a la infrarroja, por lo que permiten ver con claridad escenarios en los que la luz es muy débil. Tanto que ni cámaras normales ni el ojo humano ven.
Consiguen mostrar la situación de forma más realista que las infrarrojas, puesto que la imagen de los cuerpos que ofrece corresponde a su intensidad óptica real, y no a la temperatura. Sin embargo, no funcionan entre tinieblas.
ATEs Ingeniería
Cámaras de visión nocturna